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Emociones Tóxicas
- 15 de junio de 2019
- Publicado por: Dra Carmen Zorrilla
- Categoría: Desarrollo personal Inteligencia y gestión emocional
La emoción es la expresión corporal de nuestros pensamientos.
Desde pequeños, nuestra sociedad nos enseña a clasificar las emociones en buenas y malas. Es habitual que en las familias se recompense a los niños que se muestran alegres, sin embargo la expresión del enfado o el llanto se reprime. En general, se elogia a los niños cuando se portan bien y cumplen con las expectativas que los adultos tienen; sin embargo, a los revoltosos y a los contestones se les regaña y se les obliga a que controlen esa forma de emoción. Poco a poco se nos ha transmitido que resulta beneficioso expresar unas emociones y callar u ocultar otras.
Para ser aceptados por los demás reprimimos ciertas emociones que se camuflan en nuestro interior, este hecho es la base de un gran número de problemas psicológicos y /o físicos, que puede influir en el desarrollo de enfermedades somáticas.
Cuando se habla de emociones tóxicas, lo son no tanto por ellas mismas, sino por el efecto que su represión causa en nosotros. Ejemplo de esto son: la frustración, ira, rabia, tristeza, enfado etc. Estas emociones reprimidas no se gestionan y se acumulan en el interior.
Por ejemplo, el sentimiento de rabia por una infidelidad, aunque tratemos de ocultarla, nuestra mente siempre nos estará recordando esta situación. La mente la revivirá y la sentirá como real, lo que desencadenará además otras emociones asociadas. La represión de la rabia en el pasado, hace que de forma recurrente tengamos una cascada de emociones negativas en el presente.
Con cada recuerdo, las emociones reprimidas en momentos pasados (enfado, ira, vergüenza) regresan al presente y nuestro cuerpo se llena nuevamente con las hormonas del estrés y ansiedad. Además, los circuitos neuronales de estos pensamientos negativos se van reforzando, por lo que es más probable que sigamos reaccionando de igual manera ante situaciones similares.
Para sanarlas, debemos permitirnos expresar las emociones que nos produce nuestra vida. Debemos de comprender que las emociones, cuando surgen, no son buenas o malas; tampoco somos buenos o malos por sentir alegría o enfado y si queremos reír o llorar. Sentimos lo que sentimos, y está bien, se acepta, se siente sin culpas. Tengamos la libertad de sentir, la libertad de Ser; dejémonos de lo que nos enseñaron en casa, “los niños no lloran”, “eres fuerte, no llores” etc. Demos la bienvenida a la tristeza, a la rabia….
La mayoría de las veces no somos conscientes de los pensamientos que originan nuestras emociones, cuando lleguen las sentimos y vemos que nos quieren decir. Este proceder es la base del autoconocimiento, la madurez va a la par con el conocimiento de uno mismo.
Para liberar los sentimientos y evitar emociones tóxicas podemos:
1.- Aprender a no silenciar lo que sentimos y poner palabras a las emociones.
Muchas veces lo que lleva a reprimir las emociones es el miedo, aprendido durante la infancia, a las reacciones de los demás. Por ejemplo, para que los padres no se enfaden evitamos, desde niños, protestar o expresar nuestro malestar.
El peligro de antes ya no es real, podemos hablar, expresarnos y comunicar lo que sentimos. Pensemos en las situaciones que nos provocan sentimientos que solemos reprimir. ¿Qué podríamos hacer ante ellos?, ¿qué nos gustaría decir?, ¿cómo reaccionaríamos la próxima vez?.
¿ Cuál es el pensamiento que la originó?. Pararnos a observar ésto, nos ayudará en futuras circunstancias similares.
2. Perder el miedo a no ser comprendidos.
Compartir lo que pensamos siempre es saludable, lo compartan o no los que nos rodean.
3.Comprender los motivos del otro.
A veces interpretamos de forma exagerada las reacciones de los demás o nos tomamos sus palabras y sus acciones como afrentas personales. Debemos pensar que cada persona tiene una historia familiar y unas vivencias que influyen en su forma de reaccionar. Comprender ésto nos ayuda a relativizar y a no exagerar para poder fluir con nuestras emociones; en definitiva, se trata de tener tener empatía y ser tolerantes.
4. Expresar lo que nos disgusta.
Cada emoción guardada en nuestro interior, no expresada, es una piedra radiactiva que afecta profundamente a nuestro cuerpo y mente. Si algo no nos gusta, preguntemos, aclaremos la situación y expresemos como nos sentimos. Hay que buscar una forma asertiva de hacerlo.
Todo sufrimiento viene de la falta de aceptación, de un resistencia a lo que piensas, a lo que sientes.. una resistencia a tu vida.
La represión emocional nos niega a nosotros mismos y desgasta nuestra autoestima, por ello es aconsejable tomar consciencia de las emociones sin juzgarnos; es decir, tener una presencia consciente será la forma más sana de gestionarlas.
Como expresa San Pablo de una forma muy bonita:
“Todo se muestra cuando queda expuesto a la luz, y lo que queda expuesto a la luz se convierte en luz”
Fuentes:
“La libertad primera y última”. Jiddu Krishnamurti. Kairos 2011.