Vuelta a casa, vuelta a nuestro Ser.

Mi corazón se viste de negro. Sufro con los que sufren, comparto su dolor. Lloro de impotencia. Esta situación nos hace mirar a nuestro interior, buscar refugio en nosotros mismos, porque fuera no lo encontraremos, es el momento de reflexionar.

Siempre nuestro consuelo estuvo ahí. No lo vimos … El mundo exterior con su colorido superficial y atrayente es solo el espejismo de nuestra felicidad. Es el momento de iniciar el regreso a casa, aquel lugar de donde nunca debimos salir. Nosotros que nos creímos tan listos y autosuficientes no hemos sabido cual es nuestro hogar; hemos estado perdidos como niños desconsolados buscando siempre una ” vida” que nos consuele.

Es hora de despertar del maldito sueño de la separación y de la toxicidad, es hora de vivir despiertos siendo conscientes que estamos hemos para una vida sencilla, compasiva, donde todos tenemos cabida, una vida solidaria, una vida elevada de unión a los demás.

Que no nos deslumbren los brillos de lo que no tiene valor, hagamos limpieza en el alma y desechemos todos aquellos comportamientos que destruyen. Sumemos y no restemos, unamos y no dividamos, construyamos y no destruyamos. Vivamos hacia dentro, iniciemos el camino bello y luminoso del conocimiento de nuestro Ser único.

Agárrate muy fuerte de ti mismo y no te sueltes.