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A la luz de la Meditación.
- 26 de enero de 2018
- Publicado por: Dra Carmen Zorrilla
- Categoría: Consciencia-Espiritualidad Desarrollo personal
La meditación se considera una terapia con potencial curativo a nivel físico, emocional, intelectual y espiritual. Cuando queremos escapar de las presiones diarias, no corramos lejos pues el mejor sitio para poner orden es el propio interior. Cuando la mente actúa como un mono loco, como un saltamontes, la atención, energía y deseos se dispersan en múltiples direcciones. Lo que nos impide tener tranquilidad, felicidad y creatividad. La meditación sosiega el parloteo de la mente y ayuda a recuperar la tranquilidad perdida; nos garantiza la seguridad de paz interior en cualquier circunstancia.
Con la meditación nos concentramos en el aquí y ahora, lo que nos permite alcanzar el estado de mente relajada y ecuánime en el día a día. Durante las primeras semanas de práctica los efectos beneficiosos perduran unas cuantas horas después de la práctica, pero poco a poco se va entrando en un estado de paz interna más prolongado.
La mente salta de un pensamiento a otro pero la vamos devolviendo al objeto de concentración (respiración, abdomen), sin juicios, sin tensión. Nos convertimos en el observador de nuestra mente, y eso produce un distanciamiento natural de nuestro pensamiento. Las imágenes mentales se convierten en una película en la que no nos involucramos, somos el observador, y podremos observar como la mente se aquieta lenta y gradualmente.
Como meditar.
Hay una serie de pautas que es bueno seguir, sobretodo al principio. Después personalizamos la técnica utilizando afirmaciones, introduciendo visualizaciones, etc.
Cualquier persona puede meditar, se puede hacer en cualquier lugar, caminando, sentado en un parque; pero es mejor comenzar en casa, para ello:
Elegimos una habitación tranquila, donde no tengamos interrupciones. Luz tenue, utilizamos una silla cómoda que haga posible tener una posición adecuada, con la espalda recta para el flujo natural del aire; pies apoyados sobre el suelo. El tiempo de la meditación debe ser de aproximadamente 20 minutos y con ropa cómoda que nos evite tensión en el cuerpo.
Es aconsejable mantener los ojos cerrados y las manos sobre el regazo. Respiramos normalmente, no modificamos ni alteramos el flujo natural de la respiración.
Enfocamos nuestra atención en los orificios de las fosas nasales. En esa zona podemos observar la entrada y la salida del aire. Cuando el aire entra por las fosas nasales produce una sensación de contacto que la detectamos llevando nuestra conciencia a ese lugar; lo mismo ocurre cuando exhalamos. La mente está focalizada en la entrada de las fosas nasales, en la parte superior del labio.
Hay algunas personas que tienen dificultad en observar la respiración en la entrada de las fosas nasales. En estos casos el objeto de meditación puede ser observar los movimientos de expansión y contracción del abdomen. En la inhalación apreciamos como el abdomen se expande y en la exhalación se contrae.
Adoptamos un estado de conciencia alerta pero pasivo. Cuando surge un pensamiento lo observamos y cuando el pensamiento desaparece regresamos a la respiración, sin alterarnos. Los pensamientos que surgen durante la meditación son como nubes, pasan una tras otra. Al igual que estos, puede venir a la mente algún recuerdo, un pensamiento acerca del futuro, imágenes.
Otras veces conversamos con alguien en nuestra mente o con nosotros mismos, experimentamos emociones, estados mentales agradables o desagradables. En todos los casos somos conscientes de ello, lo observamos y regresamos a nuestra respiración.
Al finalizar, permanecemos un rato sentados antes de levantarnos, disfrutando del estado de paz durante unos minutos. Al finalizar estiramos las piernas y respiramos profundamente sin prisas, reconectando con el mundo exterior.
Cuando estamos en el estado meditativo podemos traer a nosotros sentimientos de amor incondicional, de bondad, de compasión. Yo me imagino que me inundo de luz, irradio luz por todo mi cuerpo y me conecto con el Dios que está en todos nosotros y que todos formamos.
Otras veces llevo la atención al corazón y me lleno de sentimientos más elevados. Cuando conozcas la práctica, ésta te guiará.
Es importante recordar:
Cultivar la atención, permanecer presente durante la práctica. Cada vez que la atención se disperse, no esté en el aquí y ahora, muy tranquilamente sin juicios vuelves a la práctica utilizando el objeto de meditación.
Practicar la meditación de forma habitual. Todos los días. No te quedes en la comprensión intelectual.
Si permanecemos atentos, estamos practicando correctamente. No nos preocupemos si surgen distracciones, a todos nos surgen. Observamos con atención esa distracción y continuamos con la práctica; poco a poco obtendremos los primeros beneficios que son: tranquilidad y paz mental.
Beneficios de la meditación.
1. Ayuda a controlar el estrés y la ansiedad.
Reduce los niveles de cortisol, una hormona que se libera en respuesta al estrés, y la presión arterial disminuye. El cortisol es necesario ya que regula y moviliza la energía en situaciones estresantes, pero si tenemos demasiado o aumenta en situaciones en que no lo necesitamos, produce efectos muy negativos en la salud.
2. Ayuda con los problemas de insomnio.
La meditación baja la activación cortical por la noche, lo que ayuda a dormir mejor.
3. Protege el cerebro.
Varias investigaciones concluyen que la meditación aumenta del tamaño de los telómeros. Éstos son unas estructuras que se localizan en los extremos de los cromosomas, y que se relacionan directamente con el envejecimiento y el desarrollo de ciertas patologías asociadas a la vejez. Además la meditación modifica la estructura neuronal del cerebro. La práctica habitual está asociada al aumento de la densidad axonal y al aumento de la mielina en los axones de la corteza cingulada anterior.
4. Aumenta la capacidad de concentración.
Lo que lleva a los expertos a aconsejar esta práctica como terapia complementaria en los trastornos relacionados con el déficit de atención. Además aumenta la flexibilidad cognitiva y el funcionamiento atencional.
5. Desarrolla la inteligencia emocional y mejora las relaciones interpersonales.
La meditación nos ayuda a conocernos, a indagar en nuestro interior y mostrarnos tal y como somos. Mejoramos en la autoconciencia y el autoconocimiento, y a través de la compasión hacia nosotros mismos, conseguimos que las cosas no nos afecten tanto. Los meditadores habituales poseen más control emocional que las personas que no lo son.
6. Favorece la creatividad.
La meditación calma la mente, se producen menos pensamientos repetitivos dejando más espacio para generar nuevas ideas; permite y favorece el proceso creativo.
La meditación persigue conectar con nuestro yo interior, gestionar nuestros eventos internos y reaccionar de un modo más consciente y eficaz a las eventualidades del día a día. Es un camino en el que somos capaces, progresivamente, de encontrar la esencia de lo que somos.
Me gusta la frase de Carl Rogers que dice ” lo que soy bastaría si lo fuera abiertamente”, la meditación nos ayuda a descubrir quienes somos en realidad y no quienes aparentamos ser, y nos invita a que lo seamos abiertamente. Libremente, valientemente descubramos nuestra auténtica belleza, la belleza de nuestro verdadero ser y así por fin, podremos estar de vuelta a casa.
Bibliografía.
Rodenbeck,C. Meditación. Ed. Gaia, Madrid 2006.
Mannnschatz,M. Meditación. Ed.Edimat, Madrid 2006.