Blog
Proactividad – Reactividad
- 2 de diciembre de 2020
- Publicado por: Dra Carmen Zorrilla
- Categoría: Inteligencia y gestión emocional
En el libro de Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido” éste detalla un término que luego recoge S.R. Covey. La proactividad es una característica fundamental de la persona que significa no solo tomar la iniciativa en la vida, sino que como seres humanos somos responsables de ésta. Nuestra conducta es una consecuencia de nuestras decisiones, no de nuestras circunstancias; tenemos la iniciativa y la responsabilidad que las cosas sucedan. Nuestras acciones se basan en la propia elección consciente teniendo en cuenta nuestros valores; éstos valores los seleccionamos cuidadosamente, los meditamos e interiorizamos. Nos vemos influidos por las circunstancias pero no respondemos en función de ellas.
Por naturaleza somos proactivos, pero si nuestra vida está en función de las condiciones externas es porque de forma consciente, por acción u omisión, otorgamos el poder de controlarnos; convirtiéndonos en personas reactivas que se ven muy afectadas por los acontecimientos, actitudes o circunstancias. Podemos elegir nuestras respuestas a situaciones particulares y elegimos crear las circunstancias. Elegimos ante una situación complicada aceptar y seguir con ánimo trabajando a nuestro favor, o inundarnos con la negación, la culpa, el víctimismo, la ira o el desánimo.
Como afirmaba Eleanor Roosevelt “Nadie puede herirte sin tu consentimiento”. Así es, tú das tu consentimiento para que te hieran.
Las personas reactivas se ven afectadas por el ambiente social; cuando se las trata bien, se sienten bien; en cambio cuando se las trata mal, se vuelven defensivas y autoprotectoras. Construyen sus vidas emocionales en torno a la conducta de los otros, permitiendo que los defectos de las otras personas las controlen. Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede; por lo tanto tengo el poder de elegir y en lugar de culpar a los demás y al mundo de mi vida, la acepto me responsabilizo de ella y actúo. Yo estoy al mando.
Siempre que pensemos que el problema está ahí fuera, ese pensamiento es el problema ya que le otorgamos el poder de controlarnos. El enfoque proactivo consiste en cambiar desde dentro; propone cambio personal y de esta manera provocar un cambio positivo en nuestra vida a través del: autoconocimiento, la mejora y el crecimiento personal; por ejemplo puedo ser más creativo, cooperativo… etc. A veces es más fácil culpar a otros, de lo que nos pasa o a la situación adversa que atravesamos. Podemos cambiar lo que nos pasa trabajando desde el ser, sobre lo que somos. Si no me hago responsable, hago de mí una víctima impotente, me quedo atrapado en una situación negativa, culpabilizo a los demás y convierto a los demás en verdugos. Me convierto en una persona tóxica para los demás y para mi mismo ya que soy incapaz de dirigir mi barco y dependo del viento que sople.
Si realmente quiero mejorar la situación, puedo trabajar en lo único que tengo control: yo mismo. Aceptar y trabajar para cambiar mis propios defectos y debilidades. Podemos ser felices y aceptar lo que está más allá de nuestro control, mientras centramos nuestros esfuerzos en mejorar las cosas que podemos controlar y cambiar.
El enfoque proactivo de un error consiste en reconocerlo, corregirlo y aprender de él; ésto convierte el fracaso en éxito. En cambio no reconocerlo implica no corregirlo, nos justificamos y el error se hace aún mayor.
Si nos damos cuenta, no es lo que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que nos daña; es nuestra respuesta lo que afecta a la calidad de cada momento y la vida no es más que la sucesión de momentos presentes.
La esencia de nuestra proactividad y crecimiento personal se basa en la integridad con la que mantenemos nuestros compromisos. Cuando establecemos metas, hacemos promesas y somos fieles a esas promesas, en definitiva cuando hacemos lo que pensamos y decimos, nuestra autoestima aumenta y también la confianza en nosotros mismos. Ya no permitimos que nadie tenga poder sobre nuestra vida, no dejamos que nos controlen o por lo menos cuando ocurre, somos consciente de ello.
Para tener el control de nuestra vida es importante cumplir nuestros compromisos, establecer metas y trabajar para alcanzarlas. Planteate pequeños compromisos y cumple con ellos. Se una luz, no un juez, se un modelo, no un crítico, se una parte de la solución, no del problema. No hables de los defectos de otras personas, no culpes, no caigas en el víctimismo. Cuando cometas un error, admítelo, corrígelo y aprende de él. Trabaja sobre las cosas que controlas, trabaja sobre tu persona, trabaja sobre tu Ser. La cuestión no está en lo que ellos hacen o deberían hacer, sino en la propia respuesta a la situación y en lo que debes hacer tú. Las personas que dejan de vivir, son vividas, es decir actúan según los guiones escritos por los padres, los compañeros, la sociedad, los hijos…
Si atendemos a nuestro lenguaje observaremos cómo somos:
- Lenguaje reactivo.
Frases que quizás pronunciamos con mayor o menor frecuencia nos dan una pista.“No puedo hacer nada”, “Yo soy así, no lo puedo evitar”, “Me pone de los nervios”, “Me vuelve loco”, “Si cambiara, todo sería diferente”, “Tengo que hacer eso”,”No puedo estar feliz con lo que me pasa”…..”Sería feliz si ella cambiara”, “La culpa de ésto, es tuya” ” La han tomado conmigo”.
- Lenguaje proactivo.
“Elegiré una respuesta adecuada”,”Puedo elegir otro enfoque”, “Me controlo y puedo mejorar para resolver el problema”, “Prefiero hacer las cosas de otra manera”, “Las cosas se han puesto difíciles, haré todo lo que pueda”.
Como Viktor Frankl apunta, entre lo que nos pasa y nuestra respuesta está la mayor fuerza, la libertad interior de elegir.
Somos responsables de nuestra propia felicidad y de la gran parte de nuestras circunstancias. Tenemos la libertad de elegir. ¿Qué eliges tú?.
Fuentes:
V.Frankl. El hombre en busca de sentido. Ed. Herder.2017.
S.R.Covey. Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Ed. Paidós. 2016.