Muchas personas reprimen su llanto; sin embargo, cuando se permiten sentir la tristeza se ven liberados. Se sienten libres de expresar y sentir, se sienten libres de SER en cada momento. Naturalmente hay que expresar en el momento adecuado, en el lugar y con la persona que pueda atender nuestra sentir. La estabilidad emocional consiste en lograr ese equilibrio que nos sitúa en el punto medio, al igual que hay un momento para contener las emociones, también tiene que haber otro para dejarnos llevar por ellas.
A lo largo de nuestra vida las emociones nos seguirán sorprendiendo, superando y aportando mucha información que debemos interpretar; eso forma parte del autoconocimiento.
Cuando expresamos las emociones, la autoestima mejora, porque el mensaje, de forma inconsciente que nos damos es: “lo que siento importa, yo importo”; nuestras relaciones alcanzan mayor profundidad y autenticidad, hablamos desde lo que realmente somos y sentimos, desde nuestra Esencia y tocamos la esencia de otras personas. Nos sentimos renovados y reconfortados, reconocemos en nuestra profunda autenticidad que todos, en mayor o menor medida tenemos. Ésta autenticidad es una fuente de motivación y de impulso vital. Sentimos que fluimos con la vida como lo hace un río, o un árbol al seguir los cambios de las estaciones; formamos parte de algo mayor, y no nos sentimos solos. Tomamos consciencia de nuestra Unicidad, todos somos UNO. La separación entre tú y yo, no existe, la crearon mis miedos y mis corazas, mi Ego.
En lo profundo de nuestra alma, todos somos y nos sentimos de la misma manera; comprendemos mejor a los demás y nace la aceptación del otro, la ausencia de juicio, la tolerancia, la sonrisa amplia y benevolente de nuestro corazón sereno. En definitiva la empatía, que nos conecta con un fino hilo de comprensión y amor a los demás.